Harry Callahan, debido a sus poco ortodoxos métodos de trabajo, es trasladado al departamento de vigilancia. Pero una serie de homicidios obligan a su jefe, el teniente Neil Briggs, a devolverle a homicidios.
Todo parece indicar que los culpables son policías del mismo departamento que han creado una organización clandestina que decide tomarse la justicia por su mano.